Este fin de semana he estado haciendo un curso de metodología Orff, a primera vista no era un curso en el que fuera aprender estrategias que pudiera usar con mis chicos de viola y violín, pero como también tengo grupos de preparatorio musical y de lenguaje musical y el saber no ocupa lugar pues allá que fui.
El curso trataba sobre canciones y ritmos tradicionales de la cultura brasileña y ha consistido básicamente en cantar, bailar y hacer percusiones con instrumentos y con nuestro propio cuerpo. En seguida empecé a atar cabos y a ver cómo esas cosas que estaba aprendiendo las iba a poder utilizar en las clases de violín y viola con los chicos.
Muchas veces encuentro problemas con el ritmo en los alumnos que se están iniciando, a veces también en los que tienen sus estudios más avanzados, siempre les recomiendo el metrónomo, cantar con él, tocar con él para solucionar este problema, pero ¿y si abandonáramos el metrónomo, al menos con los más pequeños, en favor del movimiento de su propio cuerpo para interiorizar el ritmo? ¿y si inventamos ritmos para acompañar las canciones que están tocando de manera que canten una cosa pero palmeen otra? Seguramente les resulte más atractivo que estar mirando fíjamente ese enemigo mortal llamado metrónomo, quizá hasta les ayude más que él. Por supuesto no estoy renegando del metrónomo a mi edad, considero que es un instrumento valiosísimo en nuestro aula y nuestra formación, pero los próximos meses voy a probar qué ocurre si primero cantamos, bailamos e inventamos ritmos y después tocamos. Si funciona, de 15 años para abajo os perdono el metrónomo.
Comienza la investigación, a final de curso os cuento cómo ha ido.
¿Alguien trabaja ya así? ¿Tenéis alguna experiencia al respecto? Contadme en micorcheachiquitita@gmail.com o en el formulario de contacto.