He estado pensando esta semana en la entrada Cuando un niño te hace caso II que escribí el otro día y en por qué les resultará tan difícil a los alumnos hacer lo que se les pide. He sacado algunas conclusiones, os cuento.
Creo firmemente que cuando un alumno no hace caso no es para «fastidiar» o porque no quiere mejorar (me consta que hay algunos profesores que sí se sienten así). Hay veces que no han encontrado el camino para hacer el cambio, otras veces el camino es tan duro, o tedioso, que no están dispuestos a hacer el esfuerzo. A veces el camino es tan largo que piensan que están perdiendo el tiempo y tienen tanta prisa por aprender o mejorar que no se permiten ese tiempo, sin entender que avanzan más lentos de esa manera.
Tuve hace muchos años un alumno que tocaba fenomenal y practicaba muchísimo, pero siempre sin cuidado. Cada semana traía a clase páginas y páginas de estudios y obras, mucho más de lo que yo le pedía pero todo descuidado. Yo siempre le decía: «Traeme un pentagrama solo, pero que sea perfecto, los cambios de posición, el sonido…». Pero para él tocar solo un pentagrama era poco, así que continuaba estudiando mil cosas pero todo fatal.
Entonces ideé un sistema por el cual podíamos ver qué tarea le había mandado yo y cuánto había, o no había, adelantado él. Se llamó «Las semanas perdidas» porque quería hacerle ver que practicar rápidamente y sin cuidado no era sinónimo de avanzar rápidamente, era sinónimo de perder el tiempo porque las piezas no mejoraban. Así, sobre cada partitura, anotábamos cada semana hasta dónde tenía que practicar (supongamos un tercio de la pieza) y a la semana siguiente anotábamos si eso estaba o no. Después de 5 o 6 semanas observamos que la pieza seguía sin estar, ni siquiera la primera parte porque no se había preocupado de arreglar en casa lo que habíamos indicado, pero que si hubiera seguido mis consejos en tres semanas habría estado perfecta y listos para pasar a la siguiente. Por lo que aunque practicar solo 4 o 5 pentagramas por semana parecía poco, a la larga era más efectivo.
Este sistema que con aquel niño funcionó creo que se puede usar con todos, incluso los padres en la práctica diaria en casa, y para arreglar cada problema que se presente. Marcar metas cortas y ayudar al alumno a entender que mejorar aunque sea despacio es más rápido que no mejorar nada creo que es el camino a seguir.
Poco a poco y con paciencia conseguiré que mis alumnos me hagan caso y aprovechen el tiempo de práctica en casa.¡Sería fantástico que entradas como la del otro día dejaran de ser anecdóticas!
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