Los niños NO tienen miedo a tocar en público. Para ellos el público no es un enemigo dispuesto a juzgar negativamente su interpretación. Entonces, ¿por qué tienen miedo? ¿por qué se ponen nerviosos? Por nuestra culpa. Somos los padres y los profesores los que condicionamos su comportamiento ante el público con frases como «¿Estás nervioso?», «No estés nervioso, no pasa nada si te equivocas». En mi clase esas frases están prohibidas. Los niños mayores que ya han sido «contagiados» de miedo escénico saben que no deben asustar a los pequeños y los padres también saben que no se habla de nervios con los niños.
Ahora bien, algo hay que hacer con los niños y adultos que ya sufren miedo escénico. Hay miles de libros que abordan este tema en concreto y otros tantos que tratan más generalmente las relaciones sociales y que pueden ayudarnos a solucionar este problema. Si el alumno sufre una verdadera fobia a tocar en público será necesario ponerse en manos de un profesional que le ayude.
En clase hay unos ejercicios muy sencillos que ayudan enormemente a los niños (y adultos) con un grado razonable de miedo escénico. Cuando una persona tiene miedo escénico, realmente lo que tiene es miedo al fracaso. Sus pensamientos lo van a poner sobre aviso de todas las cosas terribles que pueden pasarle durante la actuación y las consecuencias que van a acarrearle. Por cada catástrofe que un alumno me cuenta que ocurrirá le pido que me cuente tres cosas que sabe a ciencia cierta que hace bien. Entonces, por ejemplo, por cada «Voy a desafinar ese cambio de posición» obtendremos «Tengo un sonido precioso en la cuerda sol, he conseguido que mi dedo meñique esté siempre redondo y el pasaje de las semicorcheas me suena muy limpio». En unas pocas semanas practicando este sencillo ejercicio el alumno cambia su percepción de sí mismo, claro que puede fallar el cambio de posición, pero ya no solo se fijará en eso.
Algunas veces este ejercicio es complicado para los alumnos más autoexigentes, entonces les pido que escriban en un papel tres cosas buenas sobre ellos mismos, lo lleven en el bolsillo y se lo repitan constantemente. Este ejercicio subirá su autoestima y podrán realizar el ejercicio anterior siendo sinceros con ellos mismos.
Si nada de esto funciona, hay un ejercicio que parece magia, pero que he experimentado que funciona. En un lugar tranquilo y seguro, el dormitorio por ejemplo, tienen que imaginar que están en el concierto. Con los ojos cerrados se imaginan con su ropa de concierto, su instrumento. La mente es tan poderosa que generará el mismo estado de ansiedad que genera ante una audición. Entonces comienzan a respirar lenta y profundamente para calmar esa ansiedad. Las primeras veces calmar este estado puede llevar mucho tiempo, pero cada vez este tiempo es menor. Cuando con un par de respiraciones sean capaces de calmarse estarán listos para tocar en público. La ansiedad vendrá, pero ya la conocen de casa. Y la controlarán como ya hacen en casa.
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