Dentro de mis nuevos alumnos, hay dos que me encantan por su peculiaridad. Vienen juntos a clase así que estamos los tres una hora. Les explico a los dos a la vez, y mientras uno practica el otro descansa. Me gustan las clases de una hora con dos alumnos porque así tengo más tiempo para explicar cosas o practicar con ellos que en las clases de media. Pero al ser dos no se cansan tanto ya que pueden descansar mientras toca el compañero.
Y, ¿cuál es la peculiaridad de estos alumnos nuevos? Que son padre e hija. La niña tiene 6 años. Si en las entradas Papás en el aula y Papas en el aula II ya os conté lo fantástico que es si los padres podéis venir a clase, sobre todo con chicos tan jóvenes, para poder ayudarles en casa a practicar, que el padre no solo venga a clase, sino que además haya comprado su instrumento y vaya a aprender con ella me parece una maravilla. Imaginad los momentos de práctica en su casa, los dos juntos ayudándose mutuamente, compartiendo ese momento y la niña sintiéndose tan arropada. Ella nunca escuchará «tienes que practicar» sino «tenemos que practicar». Me emociono solo de pensarlo.
Mi plan con ellos es que avancen en paralelo, hasta que la niña adelante al papá. En ese momento explicaré primero a la niña y después dejaré que ella me ayude a enseñarle al papá. Van a ser unas clases preciosas.
Papás y mamás del mundo, ¿habíais pensado en algo así? ¿os animáis?
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Gracias, Isa. Me he emocionado…
¡¡Pues imagínate yo!! 🙂