Siempre estoy a favor de los padres en clase. Aquí os di unas cuantas razones por las que siempre invito a los padres de mis alumnos a asistir a las clases de sus hijos. Hoy os quiero hablar de un caso en concreto, para que los que aún no os habéis decidido os animéis a participar en las clases de los chicos.
Este año tengo una alumna nueva que es chiquitilla y muy divertida. Por la edad que tiene viene a clase ella sola media hora a la semana. Clases más largas seguramente le resultarían agotadoras, por eso esa media hora hay que exprimirla al máximo para que se lleve la mayor cantidad de información a casa para trabajar el resto de la semana.
Esta niña tiene la suerte de tener un hermano bastante mayor que ella, que es encantador, que estudia en el conservatorio las enseñanzas profesionales y que se ha ofrecido voluntario para asistir con su hermanita a clase. Es un acompañante modelo, se coloca al fondo del aula, anota absolutamente todo lo que ocurre en clase, hace fotos cuando se lo indico de las manos y la posición en general de la niña y, lo que es más importante, tiene la paciencia y el buen humor de practicar con ella a diario (hasta la convence los días que ella no está muy por la labor de trabajar un poquito).
¿Qué estamos consiguiendo entre los tres? ¡Que la niña avance a la velocidad del rayo! Coloca la mano derecha perfecta y pasa el arco muy recto, pero claro, ellos tienen en casa unas fotos que les recuerdan cómo tiene que colocarse y él tiene información de primera mano y recursos para evitar que el arco se tuerza. Además de ser capaz de recordarle insistentemente las cosas que yo le recuerdo en clase (para a vigilar como tienes la mano y recolócala en caso de ser necesario, no aprietes la mano…). El otro día ya le expliqué como colocar el segundo dedo y era solo su cuarta clase.
¿Os he convencido? Contadme qué tal la experiencia en los comentarios o en micorcheachiquitita@gmail.com