Accidente II

¡Vaya semanita! El otro día estaba en clase con una alumna chiquitilla que me encanta. Después de no practicar en todo el verano la clase no se estaba dando mal, habíamos hecho recordatorio de escalas, con ritmos, con juegos. Estaba contenta porque aunque se le han olvidado muchas cosas ha mantenido otras muchas con lo que, según mis cálculos, a final de mes podremos estar como lo dejamos en junio y seguir avanzando.

Y, de repente, la niña se movió por la clase con el violín en la mano, se escurrió y se cayó al suelo, violín incluido, claro.

Ya en la entrada Accidente os conté como actuar en caso de tener un accidente con el instrumento. La teoría está muy clara, pero cuando ocurre en clase y además de una clavija rota tienes a una niña llorando porque ha roto el violín la cosa cambia.

Era mi primer accidente en directo (he tenido más niños con instrumentos rotos, pero siempre se habían roto en sus casas), por suerte el papá estaba en clase y entre los dos pudimos manejar la situación. Primero tranquilizar a la niña y asegurarnos de que estaba bien y después mirar qué le ha pasado al violín. En este caso la clavija del re estaba partida. Una clavija es una cosa delicada, porque no basta con comprarla y colocarla. Un luthier es el que debería sacar la clavija rota y colocar una nueva. Pensad que si una clavija no está bien ajustada será imposible mantener afinado el instrumento, puede que incluso no quepa en el agujero de la cabeza o que sea demasiado fina y no pueda sostener la cuerda tensa.

Y bueno, acabamos la clase tocando solo en las dos primeras cuerdas, con la niña tranquila y con una anécdota más.

He de reconocer que a mí una vez se me cayó la viola con idénticos resultados, clavija rota. Aquella vez estaba haciendo un curso de verano en un pueblito de Valencia, tuve que coger un tren, llegar a Valencia, coger un metro para llegar a la casa del luthier que me atendió amablemente en su mes de vacaciones, esperar un par de horas a que la tuviera arreglada y hacer todo el camino a la inversa. ¡Seguramente el arreglo de mi alumna va a ser menos lío!

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